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sábado, 19 de octubre de 2013

Configuración del ser humano







Cuando hablamos de la esencia y estructura del Universo en el articulo “Conociendo lo Esencial”, decíamos que el hombre es esencialmente materia universal viviente, halito primigenio y consciente llamado espíritu, microcosmos organizado por la Inteligencia Universal o Plan Maestro, y, lo que ocurría arriba, en el cosmos abierto, ocurría abajo, en el microcosmos cerrado que es el cuerpo humano y el ser encarnado. Ahora hablaremos de la existencia de cuatro estados diferentes de condensación de la esencia vital o principio espiritual, que constituían los Universos espiritual, mental, astral y físico, ampliamente conocidos en el estudio de la metafísica. El ser humano también participa de cada una de estas esencias. De hecho, un humano físicamente encarnado está compuesto de cuatro cuerpos interconectados. De menor a mayor vibración; el cuerpo físico, el cuerpo astral (o energético), el cuerpo mental y el cuerpo espiritual. No penséis que estos cuerpos por ser más sutiles no tienen una estructura y una organización complejas.

¿Cuál es la naturaleza de esos cuerpos? Podemos decir que cada cuerpo posee un código genético propio a partir del cual se estructura, y que la organización de los cuerpos más densos depende de los más sutiles; todos ellos están estrechamente interconectados, de forma que no pueden existir los cuerpos de mayor densidad al margen de los más sutiles.

El cuerpo físico se construye en realidad sobre el molde o patrón determinado por la configuración del cuerpo astral y éste sobre el molde que constituye el cuerpo mental, que a su vez se configura sobre el molde que le marca el cuerpo espiritual, de manera que el cuerpo mental es un puente entre el cuerpo espiritual y el astral, y el cuerpo astral un puente entre el cuerpo físico y los otros dos. Cuando sobreviene la ascensión o desencarnación, en realidad lo que ocurre es que uno de esos cuatro cuerpos, el físico, y se separa definitivamente del resto y, al perder el sustento que le da la vida, se descompone, aunque en ese proceso el diseño biológico continúa y la vida se transforma, por decirlo de algún modo, en los agentes encargados de disgregar el cuerpo físico. Pero el ser espiritual continúa viviendo con sus tres cuerpos más sutiles y su nivel de consciencia.

El cuerpo astral es un cuerpo cuya apariencia es semejante a la del cuerpo humano, pero de aspecto luminoso y semitransparente. En realidad está compuesto de un fluido gasoenergético, que resulta de la combinación de cuatro gases nobles: helio, argón, xenón y kriptón energizados con la luz de alta vibración que proviene del Sol invisible al ojo humano como otras radiaciones estelares y cósmicas. El cuerpo astral en un ser humano encarnado está superpuesto sobre el cuerpo físico e íntimamente ligado a él, de manera que interpenétra cada una de las células del organismo y les proporciona la energía vital que necesitan. La función de los gases nobles es la de ser los portadores materiales de esa energía, que no puede ser absorbida directamente por el cuerpo físico. Es decir las moléculas gaseosas captan la energía vital del sol, aumentando su vibración y luego la transmiten al cuerpo reduciendo su tasa vibratoria. Cuando el espíritu se liga al óvulo recién fecundado, su cuerpo astral constituye un patrón para el desarrollo y formación cuerpo humano, desde el cigoto hasta el adulto, aportando incluso una parte de la carga genética propia del espíritu encarnante al cigoto, creando un programa de “karma físico”.

En la materia, es decir a lo relacionado con la biología, la herencia de los padres aporta el 90% de la carga genética y el espíritu encarnante, a través de la configuración genética del cuerpo astral, aporta un 10%. Este es el mecanismo principal a través del cual se produce la evolución de la especie, porque en cada generación los espíritus encarnantes incorporan al cuerpo físico parte de las modificaciones que han incorporado en su cuerpo astral, las cuales son consecuencia a su vez de las modificaciones de los cuerpos mental y espiritual, que han ido realizando como consecuencia de su progreso evolutivo.

El cuerpo astral está estructurado en 7 capas, cada una de las cuales vibra en distinto rango de frecuencia, y por ello tiene asociado un color diferente cada capa, y estás a su vez, están vinculadas a diferentes funciones del cuerpo físico. Su estructura se asemeja a la de una red eléctrica cuyo objetivo es abastecer completamente de energía vital al cuerpo, compuesta de innumerables cables o filamentos (llamados en oriente nadis) que se agrupan en determinados puntos en haces de filamentos, llamados meridianos, por donde transcurren flujos de energía mayores. Los centros principales de entrada de energía, que la medicina oriental llama chakras, son siete y están localizados a lo largo de la columna vertebral. El chakra principal es el que está situado en el plexo solar, al final del esternón. Su función es captar y distribuir energía vital a los otros seis chakras principales. Cada uno de ellos representa la conexión de cada una de las capas del cuerpo astral con el cuerpo físico.
Con el debido entrenamiento se puede llegar a ver la energía del cuerpo astral que sobresale del cuerpo físico, lo que normalmente se conoce con el nombre de aura. Hay personas que de manera natural tienen esta capacidad desarrollada. Cuando el ser está desligado del cuerpo físico se puede apreciar con toda su extensión que el aspecto es realmente el de un ser humano pero de aspecto semitransparente y luminoso, y es el que se suele ver cuando alguien comenta que ha visto a un ser querido fallecido recientemente. También a través de ciertos aparatos se puede detectar y medir sus oscilaciones.

Para una ampliación sobre este tema te recomiendo los libros de Barbara Ann Brennan, doctora en física atmosférica, que trabajó como investigadora en la NASA, que es una de las investigadoras que ha comenzado a demostrar científicamente la existencia del cuerpo astral, que ella denomina el Campo Energético Humano (CEH).

Los seres más avanzados tienen un aura más extensa y brillante debido a la mayor cantidad de energía pura que desbloqueadamente fluye desde el Cosmos recorriendo su Consciencia y expresándose en el cuerpo físico, como último movimiento del espíritu; el cuerpo. Ese es nuestro estado natural. Los pensamientos son más agiles, livianos y frescos, que se renuevan en una dinámica creativa, siempre creativa y tendiente hacia lo elevado. Son seres más alegres y menos apegados a la naturaleza inferior. Su ego es mucho menor.

Los seres que actúan contra la ley del amor tienen el aura densa y una conducta obsesiva, los colores de su aura son opacos y turbios, una mezcla de cada color con el oscuro tono de la densidad. Sus pensamientos son más lentos por tanto como sus procesos de evolución y expansión de consciencia, pueden quedarse pegados en algo durante mucho tiempo, años. Sin embargo cualquier ser humano en cualquier estado de consciencia que se encuentre puede, si así se lo propone y es capaz de ver y razonar sobre si mismo, alcanzar niveles superiores que le integraran a la naturaleza total y originaria.

El cuerpo mental es la sede del pensamiento, mientras que el cuerpo espiritual es la sede de la conciencia, la voluntad y el sentimiento. Más adelante profundizaremos en el desarrollo de los sentimientos, y en las relaciones que se establecen entre pensamientos y sentimientos, puesto que son la clave del proceso de evolución espiritual.


J.C.

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