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jueves, 31 de octubre de 2013

Agradecer es vivir Feliz


Agradecer es vivir feliz.
Enseñanza de Zaira.




Existen dos tipos de personas, las que señalan que viven lo que les toco vivir y aquellas que elijen como vivir. La primera enfoca su vida desde la carencia y el apego que crea zonas en nuestro ser que, incrementadas por el ego, transforma a la persona en un ser resentido, vengativo y lo más triste, lejano de la paz interior que es desde donde se puede reestructurar y sanar. Las segundas viven desde y hacia la conciencia. Son capaces de enfrentar lo bueno y lo malo de la vida y unir ambas instancias en una sola palabra: agradecimiento. Lo que llamamos bueno, lo que llamamos malo, son solo partes de un todo misterioso y extraño, pero no por eso carente de belleza. Cuando decimos “es la vida que me toco vivir”, solo vemos una parte aislada, una pieza incomprensible de un rompe cabezas infinito y por descubrir y, como pensamos que es todo lo que es y será, nos aferramos a ella y la frase “es lo que hay”, parece ser un discurso interior recurrente que produce inmovilidad de las energías psicológicas y físicas, que renuevan constantemente nuestro ser. El aferrarnos a esa pieza que consideramos única y que luego inconscientemente “rompemos” para dar paso a una vida que transcurre intentando unir sus partes. Todo lo que está desunido a la Consciencia Profunda el ego las deforma y luego, por ser estructuras de cierta fragilidad, como flores secas, sin vida, se fragmentan.

Cuando decimos (que nunca es tarde para hacerlo y lograrlo) “elijo como vivir”, y comprendes que, lo que llamamos bueno, lo que llamamos o creemos malo, son en realidad acciones que movilizan fuerzas interiores y las enfrentamos desde una sola visión, la fuerza interior, se transforman en los “maestros” que nos enseñan el camino a la felicidad.

Tal vez el acto más importante del espíritu es agradecer desde la profundidad del ser cada cosa que nos ocurre en la vida. Cuando se agradecen se revisten de conciencia y una parte nuestra se ilumina para siempre. Se logra la paz y la quietud, se libera la culpa y se transmuta en amor cada cosa. La culpa se trasmuta en perdón y luego en liberación interior. Muchas veces lo que consideramos malo genera sentimientos de culpa que luego arrastramos y por tanto sufrimos innecesariamente más de lo debido.

Una de las tantas acciones esenciales para lograr ese vivir en agradecimiento y por tanto en contemplación de la vida, lo que te hace un ser más consciente de que y quien eres, que es la finalidad de la Esencialistica, es la esencia del aquí-ahora. Relativizar lo relativo y absolutizar lo absoluto. Es decir, poner las cosas en su lugar y observar todo lo que nos acontezca desde la realidad espacio temporal. Lo que ocurrió ayer ya es pasado, no esta aquí, solo en mi mente y en mis emociones. Y es en el aquí – ahora donde se realiza la elección, de seguir arrastrando la sombra del pasado que ira tomando más peso cada vez que se reviva, o cambio desde el presente ese pasado transmutándolo con la  energía elevada del agradecer, del perdón y de la consciencia. No se trata de olvidar las cosas, ni de borrarlas de nuestro ser, sino, de verlas de diferente manera. Y esa elección es absolutamente nuestra. No la otorga un psicofármaco, ni ninguna receta mágica, pero si la consciencia esencial del alma pues, aunque te parezca difícil de entender aun, esa parte de tu ser vive eternamente en esa cualidad pues es eternidad. Tantos y tantos seres de luz nos han dicho que la belleza, la luz, la verdad, la felicidad e incluso el reino de los cielos que para mi es la consciencia misma de la vida en Dios no esta allá afuera, si no aquí, adentro, y eso somos.

Todo lo que ocurre en nuestro interior son pensamientos, emociones que nos hacen seres vivos, pero en gran parte lo que somos interiormente ha venido desde afuera. Siempre elegimos pues, la vida es en sí una elección aunque toda elección incluye juicio, juicio que no puede estar carente de ego; elijo como vestir, que moda seguir etc. El camino del interior y el camino del exterior. Un camino nos lleva al cuerpo y el otro al espíritu, uno crea los pensamientos y el otro forma lo esencial. A veces estos caminos se separan y entramos en la confusión y en la ilusión, no perdonamos ni a nosotros mismos, pues el perdonar a otros es perdonarse a sí mismo; “me perdono el ser rencoroso, y en este instante de plena consciencia, elijo el perdón y por tanto el camino del agradecer”. Cuando agradecemos cada cosa y extraemos de ella lo mejor, unimos ambos caminos por el cual transita nuestra vida y se forma un milagro, el milagro de vivir, “el milagro de a que a pesar lo fuerte del accidente aun estamos vivos, o del violento robo, o… de en fin, cualquier circunstancia de la vida que podemos considerar negativa. Y es que “en realidad el milagro esta en nosotros”, como señala Zaira, y cuando se es capaz de ver y agradecer un milagro, se verán más y más aparecer, tantos, que la vida será una maravillosa fuente de alegría y amor. Los milagros son expresiones naturales de perdón. Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros.

Cuando observas alguna cosa analizas, la piensas, tomas una imagen mental de ello, tus emociones reaccionan, enlazas situaciones pasadas, imágenes, rostros idos quizás, las neuronas crean conexiones, articulaciones y cuando comprendes esa cosa, se hace parte de ti.
Cuando así observas las situaciones de la vida esas situaciones se hacen parte de ti, pero hay cosas que están demás en tu vida pues no son tuyas, como los miedos, los temores, los estados de ansiedad etc, y no son tuyas pues pertenecen a la zona periférica del ser, a la ilusión, pues están el pasado que ya fue o en el futuro que hoy no es. Si te centras en el aquí-ahora llegas a las zonas que si son tuyas y se logra el milagro, esa enfermedad sana, esa pena se supera, esa oscuridad se troca en luz, etc. Y surge el amor espontaneo que eleva el alma y formas un estado sutil llamado compasión.

"Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión. Si tú quieres ser feliz, practica la compasión!" Dalai Lama

La compasión es nuestra habilidad de ver lo bueno en otros y tratarlos dignamente, entendiendo la humanidad que guía sus acciones y reduciendo nuestras expectativas egocéntricas hacia ellos.

Casi todas las tradiciones espirituales y religiosas giran en torno al concepto de compasión por el prójimo.
Espiritualmente, la compasión nos ayuda a perdonar y a cultivar dharma mientras limpiamos el karma. Sicológicamente, la compasión nos ayuda a reducir la ansiedad, el estrés y a mejorar nuestras relaciones y la visión que tenemos sobre nuestro entorno.

Cómo cultivar la compasión?

1. Empieza por ti mismo. Suena lógico, sin embargo no siempre nos tratamos con compasión. A veces nos juzgamos duro, nos defraudamos cuando no cumplimos nuestras propias expectativas, y nos culpamos por relaciones o situaciones que no van bien. Empecemos por darnos más asertividad y aceptar que es humano equivocarse y en eso está el aprendizaje.

2. Escucha y aprende. Hasta en las diferencias que tenemos con los demás podemos encontrar aportes valiosos a nuestra vida. No juzgues las decisiones ajenas más bien aprende a escuchar lo que los demás te dicen con sus palabras y acciones. La aceptación de nuestras diferencias es un paso esencial en aprender compasión.

3. Perdona. Deja ir el resentimiento y rencor que te atan al pasado. No son tuyos, eso no eres tú. Aprende a vivir en el aquí - ahora y deja la rabia de lado. Al liberarse de esa carga, también podrá apreciar lo humano y débil en los demás, y le será más fácil empatizar con los otros, incluso cuando se equivocan o te hieren, y contigo, cuando te vez expuesto a alguna situación que te supere.

4. Se generoso. Es en el dar que mejor nos conectamos con los demás. Se siempre generosos con tu tiempo, tu energía, tu ayuda y tus aprendizajes.

5. Lleva una vida más espiritual, vive desde el alma, desde la consciencia. Al conectarnos con el Todo Lo Que Es, nuestra perspectiva cambia poco a poco y somos capaces de ver que cada uno de nosotros es valioso, tiene una lección que aprender, y merece compasión y amor. Es un proceso que no es mágico ni sucede de un momento a otro. Pero el mejor momento para dar el primer paso es hoy.

Con infinito amor a Zaira, la belleza del agradecer y ser feliz.




                                                                  *




J.C.

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