Agradecer es
vivir feliz.
Enseñanza de
Zaira.
Existen dos
tipos de personas, las que señalan que viven lo que les toco vivir y aquellas
que elijen como vivir. La primera enfoca su vida desde la carencia y el apego
que crea zonas en nuestro ser que, incrementadas por el ego, transforma a la
persona en un ser resentido, vengativo y lo más triste, lejano de la paz
interior que es desde donde se puede reestructurar y sanar. Las segundas viven desde y hacia la conciencia. Son capaces de
enfrentar lo bueno y lo malo de la vida y unir ambas instancias en una sola
palabra: agradecimiento. Lo que llamamos bueno, lo que llamamos malo, son solo
partes de un todo misterioso y extraño, pero no por eso carente de belleza.
Cuando decimos “es la vida que me toco vivir”, solo vemos una parte aislada,
una pieza incomprensible de un rompe cabezas infinito y por descubrir y, como
pensamos que es todo lo que es y será, nos aferramos a ella y la frase “es lo
que hay”, parece ser un discurso interior recurrente que produce inmovilidad de
las energías psicológicas y físicas, que renuevan constantemente nuestro
ser. El aferrarnos a esa pieza que consideramos única y que luego inconscientemente “rompemos” para dar paso a una vida que transcurre intentando unir sus partes. Todo lo
que está desunido a la Consciencia Profunda el ego las deforma y luego, por ser
estructuras de cierta fragilidad, como flores secas, sin vida, se fragmentan.
Cuando decimos
(que nunca es tarde para hacerlo y lograrlo) “elijo como vivir”, y comprendes
que, lo que llamamos bueno, lo que llamamos o creemos malo, son en realidad
acciones que movilizan fuerzas interiores y las enfrentamos desde una sola
visión, la fuerza interior, se transforman en los “maestros” que nos enseñan el
camino a la felicidad.
Tal vez el acto
más importante del espíritu es agradecer desde la profundidad del ser cada cosa
que nos ocurre en la vida. Cuando se agradecen se revisten de conciencia y una
parte nuestra se ilumina para siempre. Se logra la paz y la quietud, se libera
la culpa y se transmuta en amor cada cosa. La culpa se trasmuta en perdón y
luego en liberación interior. Muchas veces lo que consideramos malo genera
sentimientos de culpa que luego arrastramos y por tanto sufrimos
innecesariamente más de lo debido.
Una de las
tantas acciones esenciales para lograr ese vivir en agradecimiento y por tanto
en contemplación de la vida, lo que te hace un ser más consciente de que y
quien eres, que es la finalidad de la Esencialistica, es la esencia del
aquí-ahora. Relativizar lo relativo y absolutizar lo absoluto. Es decir, poner
las cosas en su lugar y observar todo lo que nos acontezca desde la realidad
espacio temporal. Lo que ocurrió ayer ya es pasado, no esta aquí, solo en mi
mente y en mis emociones. Y es en el aquí – ahora donde se realiza la elección,
de seguir arrastrando la sombra del pasado que ira tomando más peso cada vez
que se reviva, o cambio desde el presente ese pasado transmutándolo con la energía elevada del agradecer, del perdón y
de la consciencia. No se trata de olvidar las cosas, ni de borrarlas de nuestro
ser, sino, de verlas de diferente manera. Y esa elección es absolutamente
nuestra. No la otorga un psicofármaco, ni ninguna receta mágica, pero si la
consciencia esencial del alma pues, aunque te parezca difícil de entender aun,
esa parte de tu ser vive eternamente en esa cualidad pues es eternidad. Tantos
y tantos seres de luz nos han dicho que la belleza, la luz, la verdad, la
felicidad e incluso el reino de los cielos que para mi es la consciencia misma
de la vida en Dios no esta allá afuera, si no aquí, adentro, y eso somos.
Todo lo que
ocurre en nuestro interior son pensamientos, emociones que nos hacen seres
vivos, pero en gran parte lo que somos interiormente ha venido desde afuera.
Siempre elegimos pues, la vida es en sí una elección aunque toda elección incluye
juicio, juicio que no puede estar carente de ego; elijo como vestir, que moda
seguir etc. El camino del interior y el camino del exterior. Un camino nos
lleva al cuerpo y el otro al espíritu, uno crea los pensamientos y el otro
forma lo esencial. A veces estos caminos se separan y entramos en la confusión
y en la ilusión, no perdonamos ni a nosotros mismos, pues el perdonar a otros
es perdonarse a sí mismo; “me perdono el ser rencoroso, y en este instante de
plena consciencia, elijo el perdón y por tanto el camino del agradecer”. Cuando
agradecemos cada cosa y extraemos de ella lo mejor, unimos ambos caminos por el
cual transita nuestra vida y se forma un milagro, el milagro de vivir, “el
milagro de a que a pesar lo fuerte del accidente aun estamos vivos, o del
violento robo, o… de en fin, cualquier circunstancia de la vida que podemos
considerar negativa. Y es que “en realidad el milagro esta en nosotros”, como
señala Zaira, y cuando se es capaz de ver y agradecer un milagro, se verán más
y más aparecer, tantos, que la vida será una maravillosa fuente de alegría y amor. Los milagros son expresiones naturales
de perdón. Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo
a otros.
Cuando observas
alguna cosa analizas, la piensas, tomas una imagen mental de ello, tus
emociones reaccionan, enlazas situaciones pasadas, imágenes, rostros idos
quizás, las neuronas crean conexiones, articulaciones y cuando comprendes esa
cosa, se hace parte de ti.
Cuando así
observas las situaciones de la vida esas situaciones se hacen parte de ti, pero
hay cosas que están demás en tu vida pues no son tuyas, como los miedos, los
temores, los estados de ansiedad etc, y no son tuyas pues pertenecen a la zona
periférica del ser, a la ilusión, pues están el pasado que ya fue o en el futuro
que hoy no es. Si te centras en el aquí-ahora llegas a las zonas que si son
tuyas y se logra el milagro, esa enfermedad sana, esa pena se supera, esa
oscuridad se troca en luz, etc. Y surge el amor espontaneo que eleva el alma y
formas un estado sutil llamado compasión.
"Si quieres que los demás sean felices,
practica la compasión. Si tú quieres ser feliz, practica la compasión!"
Dalai Lama
La compasión es
nuestra habilidad de ver lo bueno en otros y tratarlos dignamente, entendiendo
la humanidad que guía sus acciones y reduciendo nuestras expectativas
egocéntricas hacia ellos.
Casi todas las
tradiciones espirituales y religiosas giran en torno al concepto de compasión
por el prójimo.
Espiritualmente,
la compasión nos ayuda a perdonar y a cultivar dharma mientras limpiamos el
karma. Sicológicamente, la compasión nos ayuda a reducir la ansiedad, el estrés
y a mejorar nuestras relaciones y la visión que tenemos sobre nuestro entorno.
Cómo cultivar
la compasión?
1. Empieza por
ti mismo. Suena lógico, sin embargo no siempre nos tratamos con compasión. A
veces nos juzgamos duro, nos defraudamos cuando no cumplimos nuestras propias
expectativas, y nos culpamos por relaciones o situaciones que no van bien. Empecemos
por darnos más asertividad y aceptar que es humano equivocarse y en eso está el
aprendizaje.
2. Escucha y
aprende. Hasta en las diferencias que tenemos con los demás podemos encontrar
aportes valiosos a nuestra vida. No juzgues las decisiones ajenas más bien
aprende a escuchar lo que los demás te dicen con sus palabras y acciones. La
aceptación de nuestras diferencias es un paso esencial en aprender compasión.
3. Perdona.
Deja ir el resentimiento y rencor que te atan al pasado. No son tuyos, eso no
eres tú. Aprende a vivir en el aquí - ahora y deja la rabia de lado. Al
liberarse de esa carga, también podrá apreciar lo humano y débil en los demás,
y le será más fácil empatizar con los otros, incluso cuando se equivocan o te
hieren, y contigo, cuando te vez expuesto a alguna situación que te supere.
4. Se generoso.
Es en el dar que mejor nos conectamos con los demás. Se siempre generosos con
tu tiempo, tu energía, tu ayuda y tus aprendizajes.
5. Lleva una
vida más espiritual, vive desde el alma, desde la consciencia. Al conectarnos
con el Todo Lo Que Es, nuestra perspectiva cambia poco a poco y somos capaces
de ver que cada uno de nosotros es valioso, tiene una lección que aprender, y
merece compasión y amor. Es un proceso que no es mágico ni sucede de un momento
a otro. Pero el mejor momento para dar el primer paso es hoy.
Con infinito
amor a Zaira, la belleza del agradecer y ser feliz.
*
J.C.
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